Una nena en el barrio Ameghino de Luján sueña con tocar el violín. Con pocos recursos y sin instrumento lo viene cumpliendo gracias al programa de Coros y Orquestas del Bicentenario. Estudiantes en la escuela pública aprenden gracias a Educación Sexual Integral los límites de su intimidad. Aunque su cotidiano no va del todo bien, laburantes del reciclado se organizan en cooperativas y reciben ropa de trabajo, atención médica y completan el calendario de vacunación.
Algunas historias, que habitualmente copan las páginas de este medio cooperativo nos invitan a pensar una respuesta ante el interrogante frente al balotaje del próximo domingo: ¿se puede estar peor?
Mientras reclaman mejores condiciones edilicias, estudiantes secundarios trabajaron en temas de géneros, inundaciones, memoria y cultura. Los resultados fueron presentados en Chapadmalal en el marco del programa Jóvenes y Memoria. ¿Qué se pierde y que se gana con el reemplazo de la educación pública por el sistema de voucher? Una mirada al caso chileno nos anticipa un futuro de exclusión.
Vivimos momentos excepcionales, por eso vale la pena detenerse a pensar(nos). El entramado social de nuestro país cruje de dolor al mismo tiempo que es capaz de poner un hombro, de alcanzar un plato de comida caliente desde una casa convertida en comedor o en una feria donde se pueden cambiar prendas por herramientas. Para ellos y ellas, más que para nadie una amenaza recorre noviembre: la mercantilización al palo, la acumulación mezquina como sinónimo del éxito y la cultura del individualismo como respuesta a todo.
Esta democracia de 40 años ha permitido avances en materia de derechos, pero también arrastra deudas históricas: aún no ha educado, ni curado, ni alimentado a todos y todas. Dinamitar los consensos democráticos, pasar con la motosierra por los resortes que aún garantizan un piso de dignidad o responder con violencia no va a saldar las deudas de nuestra democracia.
Como un tsunami de exclusión, Javier Milei propone un estallido social. Quienes lo promocionaron y hoy lo apadrinan no serán quienes paguen el costo. Juegan con un fuego que a ellos no les quema.
Desde la mercantilización de los cuerpos al negacionismo climático, el plan de gobierno libertario solo puede desarrollarse bajo una cultura egoísta que solo le conviene a una minoría que nunca se presenta a elecciones, la verdadera casta. Develar el manto de poder será tarea de los tiempos que vienen, ahora toca elegir y no sobran las opciones.
Es en esta coyuntura, la neutralidad no tiene lugar para quienes nos importa vivir, crecer y seguir luchando en un país donde el odio y la exclusión no sean una opción.
La Cooperativa Ladran Sancho se suma a las voces que comprendieron el momento histórico. Votamos como las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, como las mujeres y las disidencias, como los coros y orquestas, como los clubes de barrio, como los gremios que pelean mejores condiciones de laburo, como los partidos políticos que defienden la democracia, como los movimientos sociales que nacieron del estadillo neoliberal.
Frente a la homofobia y el machismo, el desprecio por el otro, la crueldad de dejar sin insulina a un diabético o sin asistencia a quienes más lo necesitan, frente a la posible liberación de los genocidas condenados, nuestro voto no será nulo ni blanco. Criados bajo la premisa de que la única lucha que se pierde es la que se abandona, ausentarnos nos resulta imposible.
Evitar el triunfo de Milei este 19 de noviembre aparece como un reflejo de sobrevivencia popular que en los términos en los que está dispuesta la elección solo tiene un camino posible: sin rodeos ni contradicciones, poner en la urna la boleta de Unión por la Patria.
Si el presente es de autopreservación, el futuro será de lucha. Posiblemente, estas elecciones no resolverán muchos de los dolores que se amontonan en nuestras notas y programas de radio. Pero no es la democracia meramente representativa en la que confiamos, sino en la que podemos construir participando cada vez con más fuerza.
Sobre el escenario que se defina el 19N se podrán afinar nuevas coordenadas, actualizar el GPS y profundizar el ejercicio de debate crítico. No hace falta exagerar ni fanatizarse con una presidencia de Sergio Massa, alcanza con sentirnos parte de una misma patria para decidir nuestro voto y al día siguiente continuar junto a quienes día a día luchan y construyen una sociedad más justa e igualitaria.