El colectivo feminista rockero tuvo sus inicios en abril del año 2022. El grupo de rockeras empezó pisar con más presencia los recitales, buscando pasarla bien, con más seguridad y menos violencias. Iniciaron su camino con un proyecto para la facultad, pero a más de un año el colectivo sigue creciendo y se organiza cada vez mejor.
En Mercedes desplegaron un operativo importante para que las mujeres que se sienten violentadas tengan a quien recurrir y coordinaron esfuerzos con las dependencias estatales. Fue durante el recital que La Renga dio en el predio municipal para unas 30 mil personas.
La cultura del rock en argentina es sinónimo de amistad y solidaridad, pero muchas veces incluye acosos, abusos y otras formas de violencia de géneros que aún no fueron desterradas. Manoseos, besos forzados, toqueteos, comentarios obscenos por parte de los varones son algunas escenas que testimonian quienes frecuentan recitales.
Disputar la perspectiva en el escenario del rock no es fácil, pero la batalla es impostergable. Yesica Prado es una de las iniciadoras del colectivo “Un paso atrás, no me toques”, oriunda de La Plata y seguidora de La Renga. Comentó a Ladran Sancho cómo comenzó este imaginario que pronto se convertiría en uno de los mayores focos de atención para la comunidad rockera.
“Al principio era todo muy nuevo, nadie nos conocía, nadie sabía bien a qué apuntábamos, nos miraban extrañados en los recitales” y continúa “desde el público nos molestaban, nos perseguían e insultaban por llevar remeras con la imagen del movimiento o nos decían que nos fuéramos a la platea”.

Con el objetivo de denunciar y visibilizar el acoso, los abusos y las violencias que sufren las mujeres y diversidades en los pogos, Yesica, junto con un grupo de mujeres, comenzaron autogestionarse y a través de las redes sociales se sumaron más mujeres al movimiento. Poco a poco fue creciendo el número de integrantes y zonas de la provincia de Buenos Aires y del país involucradas con la causa.
Con una especie de “apadrinaje” por La Renga, “Un paso atrás, no me toques” fue tomando impulso con el correr de los meses en los diferentes recitales. Con la aceptación de las bandas, empezaron a subir a los escenarios para exponer su mensaje de lucha contra la violencia machista, denunciar el acoso e indicar en qué sector del público se encuentra la carpa del colectivo.
Un lugar estratégico dentro del público, es a poco más de la mitad del predio. Así, es más fácil para las mujeres identificarlas y acercarse a ellas en caso de requerir atención y contención ante una situación de acoso y/o violencia. Parte del protocolo ante estas situaciones implica una rápida comunicación con todos los contactos de emergencia de la ciudad en la que se encuentre el recital, contenerlas y hacer un seguimiento del caso.
Natalia Carrizo, otra de las referentas del movimiento, detalla que están divididas por zonas donde el rock tiene lugar en la provincia: Norte, Sur, Este, Oeste y Costa Atlántica. Cada zona cuenta con sus respectivas redes sociales y se organizan de forma horizontal en grupos integrados por abogadas, psicólogas y trabajadoras sociales. En cada agrupamiento existen comisiones para trabajar temáticas como géneros y diversidad, arte, solidaridad, prensa y comunicación y tesorería.
La tarea de la colectiva feminista y rockera comienza desde el viaje al recital e incluye un reglamento llegar de manera segura y evitar peleas o situaciones incómodas. Para disfrutar de La Renga llegaron a Mercedes en un micro alquilado y mantuvieron articulación con la Asamblea de Mujeres Mercedinas. Así, pudieron montar una carpa al lado de la Cruz Roja que sirvió de punto de encuentro durante el recital.

Tras casi un año desde que surgió el movimiento, la lucha sigue creciendo. Este 8M no pasó desapercibido. La agrupación convocó, a través de todas sus redes sociales, a mujeres y diversidades a unirse. Se pautó un punto de encuentro por medio de las historias para unirse a la marcha feminista. Realizaron un mural del logo del movimiento y al compás de su propia canción, hicieron un pogo seguro entre todas las mujeres presentes: “Fue una experiencia hermosa, nos sentimos libres, seguras” sonrió Yesica.
Natalia, por su parte, contó: “Este 8M marchamos por un rock seguro, para que las mujeres y diversidades podamos disfrutar de un recital sin ser acosadas o violentas, marchamos por un rock con perspectiva de género”.
Para las coordinadoras del grupo, el cambio y la aceptación en el público rockero es alentador. “Ya no las agreden por ir con las carpas y las remeras del movimiento; las mujeres se sienten más protegidas cuando ven a las chicas; llegan testimonios de aliento y agradecimiento por su participación en los recitales, y por cuidar de las pibas. Granito a granito estamos generando el cambio que se necesita en los recitales para que sea seguro para las mujeres y diversidades” concluyó Yesica.