Cada 17 de mayo se celebra el Día Mundial de Reciclaje para recordar la importancia del cuidado del planeta a través de una adecuada gestión de los residuos y el desarrollo de políticas de acción comprometidas con el ambiente.
En Luján existe el basural a cielo abierto más grande del país, donde todos los días se vuelcan 120 mil toneladas de residuos, sin ningún tipo de tratamiento. En ese marco, se avanza con la construcción de un centro ambiental para que esos residuos reciban el tratamiento adecuado, además de incluir a los y las recicladoras informales.
Pablo tiene 27 años, vive en el barrio San Jorge y se gana la vida del reciclado desde los 12. Su vínculo con el basural es hereditario. “Surgió como una necesidad. Al basural venía mi abuelo, mi viejo y yo soy tercera generación. Esta tercera generación quiere cortar con esto de venir a revolver la basura, y estar tranquilo, laburando en mejores condiciones”, comenta.
La situación histórica de quienes reciclan siempre fue precaria. “Acá las pasé todas. Lluvia, barro, calor”, detalla Pablo. Y agrega: “Nosotros vivimos del día a día. Si un compañero falta un día, se siente en el bolsillo. Si se enferman un día pierden y al otro día tienen que venir a laburar capaz que más horas. La mayoría se la pasa todo el día acá adentro para tener un mango”.
Sin embargo, en el último tiempo comenzó un proceso de reconocimiento de los trabajadores del basural y una apuesta por mejoras las condiciones laborales. “Nosotros queremos ser visibilizados. Hacemos algo muy importante para el ambiente y nunca fuimos reconocidos. Además, por ser cartoneros, cirujas, también tenemos derecho a tener un trabajo digno, limpio, con obra social, ropa acorde, horarios. También para darle un futuro mejor a nuestros hijos”, agrega Pablo.
El tratamiento de los residuos urbanos es clave para la ciudad. Un eficiente tratamiento genera cientos de miles de puestos de trabajo y un aporte vital al medio ambiente. En ese sentido, Pablo manifiesta: “Si no fuera por nosotros, estaría lleno de basura por todos lados, no solamente acá en Luján, sino que en otros distritos también”.
La vida de los recicladores también admite sueños y proyecciones. La lucha por mejores condiciones de vida es lo que les permite un futuro más digno. “El sueño es poder tener a todos los compañeros incluidos en una fábrica y decir, lo logramos. Que el basural se pueda cerrar y poder laburar dentro de un centro ambiental con mejores condiciones”, afirma Pablo.
Daiana tiene 23 años, vive en el barrio Santa Marta y también labura en el basural desde muy piba. Como a Pablo, la necesidad la llevó a buscarse el mango. “Venir a laburar acá surge para poder llevar un plato de comida a mi casa. Nosotros si no venimos a trabajar no comemos”, sostiene.
Daiana sabe que hay días buenos y hay días malos en su búsqueda de ingresos, por lo que explica: “Un día bueno es cuando tenemos para reciclar. Y hay veces que no entra nada y no llevamos nada a la casa. Esos días tenemos que ir a los comedores porque no alcanza para comer”.
Los amigos del poder denuncian negocios millonarios con la construcción del Centro Ambiental y defienden intereses individuales. Los recicladores tienen claro la importancia de que la planta de reciclaje exista, y que además significa un mejor futuro para sus compañeras y compañeros. “Es muy importante que se pueda construir el centro ambiental para que podamos trabajar en mejores condiciones, tener un sueldo fijo. Ese es el sueño que tenemos”, concluye Daiana.