Nadie que ya peine canas desconoce la historia del legendario barrio Wembley en Luján. Es un poco más que el predio de una gran esquina que hasta 1993 supo ser morada de al menos tres generaciones. Piso de tierra, casitas de madera y chapas, pasillos angostos, almuerzos compartidos son algunas de las postales que aún se recuerdan.
En agosto de 2021 vecinos y vecinas lograron que el actual predio del barrio San Cayetano se convierta en una plaza pública que lleva el nombre de “Wembley” y este martes impusieron una placa con apellidos de quienes lo habitaron hasta las relocalizaciones.
El ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales, Enrique Peñalba, fue uno de los vecinos que habitó el barrio. “Hace mucho, contándole a Boto me dijo que si llegaba a ser intendente íbamos a ser la Plaza y hoy estamos acá” agradeció.

Una placa inaugurada este miércoles recrea el mapa con la ubicación de las casi 20 familias que vivieron en Wembley desde el primer rancho de adobe en 1949. Presuntamente, las tierras eran propiedad del ferrocarril y allí se instalaron quienes buscaban un hogar. El nombre que hoy se recuerda llegó durante el mundial de 1966 con alusiones a la argentinidad.
Dos decadas antes de la mano de dios y el gol del siglo se escribían páginas gloriosas para el futbol argentino en el estadio de Wembley. La selección nacional chocaba contra Inglaterra en cuartos de final con fuertes chances de escalar hacia la copa. Sueño interrumpido, según las crónicas deportivas de la época, por el arbitraje del alemán Rudolf Kreitlein quien expulsó al capitán argentino Antonio Rattín.
“El Rata”, como lo apodaban, salió de la cancha para sentarse sobre la alfombra roja de la reina Isabel II y bajo una lluvia de insultos europeos. También se registraron testimonios sobre el retiro de Rattín del estadio abollando con sus manos el banderín del córner con la bandera inglesa. Aquellas semblanzas merecieron, entre otros apodos de la prensa, la de “Indios del Wembley”, mote que no tardó en trasladarse a la comunidad que vivió en Humberto y Lisandro de la Torre.

“Decían que éramos todos vagos, ladrones y delincuentes” se quejó Peñalba mientras repasaba la historia de su barrio. “Éramos pobres, compartíamos la comida y nos tapábamos del frío como podíamos, pero laburamos y estudiamos para salir adelante” continuó Peñalba entre mención y agradecimientos.
Llegando al final de la jornada de emoción y homenaje tomó la palabra el intendente Boto que no tardó en bromear sobre la intensidad y el empuje de Enrique Peñalba. “Como rompe este hombre. Que el cartel, que el monolito, que más arriba, que más abajo” rieron.
“A pesar de la pobreza, en este espacio reinó el amor y el espíritu de comunidad, por eso estamos aquí homenajeándolos. Esta plaza es de ustedes, cuidémosla y disfrutémosla” concluyó el intendente.