Docentes y estudiantes de Luján de diversas escuelas, sindicatos y espacios de organización, impulsan una campaña para visibilizar el uso de lenguaje inclusivo en el ámbito educativo. Lo hacen a través de la difusión de un video en el que sumaron sus fotos con un cartel que expresa “Soy docente y uso lenguaje inclusivo”.
El laburo por garantizar igualdad de oportunidades para todes forma parte del cotidiano de la práctica educativa, la constituye. Y es en ese marco que el lenguaje inclusivo emergió en aulas de todo el país, irrumpió en las redes sociales y, a fuerza de militancia, ganó un lugar en el ámbito político.
«Porque queremos que se cumpla la Ley de Educación Sexual Integral (26.150)», explican en un breve texto que difundieron junto al video, «porque les estudiantes nos enseñaron que el binarismo es excluyente. Ellos, ellas y elles deben ser respetades y visibilizades desde el lenguaje».
«Porque la construcción del lenguaje es política», transmite ideología y muchas veces invisibiliza, excluye, proscribe y reproduce la idea de una supremacía histórica de los varones por sobre los demás géneros. Lo que no se nombra no existe. Sobre lo que no se nombra, no se puede legislar, no se puede avanzar en clave de derechos. «Porque acompañamos la lucha de las mujeres y disidencias», concluyen.
Muchas instituciones educativas cuentan con una política específica en torno al uso del lenguaje inclusivo. En general, coincide con aquellas que tienen un abordaje actualizado y responsable de la ESI. Algunas provincias sumaron legislación propia que respalda esta práctica; incluso el Concejo Deliberate, por estos días, trabaja en un proyecto para revisar las formas del lenguaje sexista en el ámbito legislativo local.
Resulta que la lengua no se queda quieta, a pesar de que algunas comunidades hablantes velen por los “usos correctos del lenguaje”, que es, en realidad, la defensa por las formas del habla de las generaciones pasadas. En general, cada generación cree que la lengua de sus padres es pura, mientras que la de les jóvenes es una versión degenerada.
De esa forma, llegamos a la actualidad. Antes de hablar en castellano rioplatense hablábamos otra variable del castellano moderno y, antes, en el castellano del Mio Cid, y antes lenguas romance que se formaron con la disolución del Imperio Romano y el latín.
Entonces surge la pregunta: ¿es el lenguaje inclusivo un ataque a las “formas correctas de hablar”? ¿Puede una lengua ser atacada o entender su dinamismo nos permite pensar nuevos mundos posibles?