Oscar Luciani tacha palitos y cuenta los días. Afronta una gestión sin respuesta y una interna en la alianza que lo hizo vencedor en 2015. Una vez más Ladran Sancho lo siguió y lo consultó. Reflexivo, el intendente habló sobre la P.A.S.O, el pacto roto entre la UV y la UCR y la continuidad que vende cambio. “Hay que recordar a quienes nos ayudan a ser quiénes somos”, remarcó.
Ya está. Un poco más, un poco menos, la finalización de un periodo político está en marcha y, en paralelo, la sucesión. Raramente dichos procesos sean felices, más bien es esperable que guarden sabores amargos. En el medio está Luciani. El intendente no se niega a hablar: pocas veces lo hizo. Cierto es que hay que seguirlo, y el despacho es para privilegiados. Este miércoles caminó solo, casi sin fotógrafo ni acompañantes de prensa. Casi no parece intendente, por más qué terminará un largo ciclo de ocho años. Tampoco ríe tanto. Tras dar unas declaraciones de rigor al canal foráneo que cubrió la inauguración de las nuevas instalaciones de la Clínica San José Obrero, volvió, saludó y habló.
-Dos listas finalmente… imagino que no te gusta para nada.
-Mirá… lo ideal nunca se logra. Lo ideal hubiera sido que fuera una sola lista del frente Cambiemos y que hubieran podido llegar a un acuerdo entre quienes hoy están postulándose. No siempre se llega a lo ideal. Sin embargo quien sufrió en alguna oportunidad ser proscrito, como fue mi caso, no quiere para nada que lo sufra cualquier ciudadano. Por lo tanto quienes quieren presentarse y ponerse a disposición del pueblo, los felicito por tener esa capacidad, esa impronta, ese coraje de hacerlo. Y uno tiene que acompañarlos.
-Pero en una época de frentes, ir divididos cuando venían juntos es raro. Incluso existía un pacto de alternancia entre la UCR y la Unión Vecinal.
-Yo digo que las cosas van cambiando. Los pactos que se hicieron, según alegan autoridades de hoy de la Unión Vecinal, fueron con otros partidos políticos y otros dirigentes. Son opiniones y son respetables. Ahora, sí se hicieron durante mi presidencia y cuando fui candidato. En definitiva, a uno le da lástima esta situación. Me hubiera gustado que pudieran seguir los acuerdos como se habían pactado. Son nuevas las autoridades, son nuevas las personas y tienen tanto el derecho como la responsabilidad para tomar las determinaciones que toman. Entones los respeto a los dos por igual.
-Los dos tienen una campaña donde no pareciera que estás muy presente.
-No, en absoluto. Pero creo que no quieren hacer su campaña con las obras de la gestión o lo que le faltó a la gestión, es decir no quieren aprovecharse de eso. Es respetable y en una primaria, es para considerar como positivo: ninguno de los dos candidatos van a hacer campaña con obras del gobierno. Habrá que ver después de las PASO.
-Pero el despegue candidatos-gestión es llamativo.
-Me parece bien. Cada uno tiene que tener la impronta y, en realidad, no necesito que me muestren. No espero eso de la dirigencia, lo espero del pueblo y el pueblo lo responde. Con aciertos, con cosas que faltaron, es el pueblo que me dice ‘está bien esto, faltó aquello’ y con eso me alcanza. Vamos a ver qué pasa de acá a unos años, de acá a cinco, diez, veinte años…
-¿Qué? ¿Te van a pedir que vuelvas?
-No, no sé. Pero, ¿sabés qué pasa?, lo siguiente: uno se olvida rápido de las cosas que se hacen, pero cuando pasa el tiempo añora lo que ya no se tiene. Esperemos que el tiempo pase… Entonces, no digo que me van a pedir pero sí va a estar el recuerdo y el sentido de pertenencia que hoy no se muestra.
-Que no muestra Rita Sallaberry, por ejemplo, que es tu hija política.
-Creo que lo que uno puede hacer es pensar el por qué, y uno lo encuentra en eso que te dije antes, sobre el tiempo y el pasado. Igualmente, nadie se puede despegar de algo tan fácilmente cuando te marcó a fuego ¿no?, cuando fuiste parte de una formación y estuviste en este lugar, es difícil que alguien pueda despegarse de esto. Cuando fuiste parte de la gestión es difícil despegarse.
-Sobre todo porque el sector joven de la Unión Vecinal encabezado por Sallaberry creció con vos.
-Así es, por supuesto. Uno le ha dado la oportunidad, los ha acompañado. Estuve, estoy y voy a seguir estando. Porque la formación como dirigente y funcionario no termina en ocho años, es un trabajo que no termina nunca. Se es dirigente hasta que uno muere. Yo quiero muchísimo a mis mayores y a mis maestros. Aprendo siempre de ellos, y por eso siempre que puedo los recuerdo, los nombro y les agradezco lo que dejaron en mi, lo que hicieron para llegar a donde llegué y ser el dirigente que soy. Hay que recordar a quienes nos ayudan a ser quiénes somos.
-Por úlitmo: ¿A los radicales los tenés enojados? Un pacto incumplido no debe ser gratis…
-Ya lo dije antes. También tienen el acompañamiento de mi parte y tengo la mejor con ellos. Venimos trabajando hace 8 años juntos y me acompañaron. Hoy está sometido a la decisión del pueblo, porque tengo: parte de un equipo de juventud que se formó conmigo, contra otra parte que también trabajó y acompañó. A lo cual tengo que abrazar a los dos a la vez. Es como el papá que tiene sus dos hijos, que a veces los hijos se enfrentan pero bueno, tiene que cobijarlo a los dos y yo me siento así. Quiero acompañarlos a los dos y que el pueblo sea el que defina.
Ya en el primer piso del Club Timón, Oscar se acercó a la mesa para el lunch que siguió a la inauguración. Algo le faltaba. Algunos dicen que carece -lógicamente- de ese empuje de los primeros años; otros, que la relación trunca con el sector juvenil de la Unión Vecinal también lo ha apagado y lo tiene como un maestro sin el reconocimiento de sus alumnos. Él mismo usó la figura de padre y los psicoanalistas podrían hacerse un pícnic.
Cuestión: un poco de todo, mezclado con la separación indefectible de una posición de poder, parece ser la respuesta. ¿Qué habrá después de este nido vacío? Solo él lo sabe.