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1 junio 2023

El Lobo Montenegro, un ídolo popular

Andrés Montenegro dejó de ser el técnico de Flandria, luego de casi cuatro años al frente del equipo. Con la institución de Jáuregui logró el campeonato y ascenso a la Primera Nacional en 2021 y sumó una página dorada más a su historial de conquistas. Un personaje que salió de abajo, logró cumplir su sueño de ser jugador y se ganó el corazón de los hinchas Canarios. Abran paso, nace una leyenda.

Luego de un paso extraordinario como DT de Flandria, que logró coronar con un ascenso y un título, Andrés el Lobo Montenegro le dice hasta luego a la institución que lo adoptó como uno de sus máximos ídolos. Un breve repaso por su extensa carrera, en donde cosechó mucho más que laureles.

Flandria logró el ascenso a la Primera Nacional y Andrés El Lobo Montenegro escribió un capitulo más en su prólogo de ídolo del club. En una final para el infarto, Montenegro le dio el título y el salto a la segunda categoría del fútbol argentino.

Su carrera comenzó allá por los años 90, cuando era un pibe y soñaba con jugar en primera. Cuentan los que saben, que su padre lo llevaba todos los días en bicicleta a entrenar, desde Los Polvorines hasta la Villa Olímpica de Vélez. De familia humilde, a Montenegro siempre le costaron el doble las cosas y todo lo que logró, se lo ganó a base de mucho esfuerzo, profesionalismo y amor por la profesión.

Introvertido, perfil bajo, un tipo de pocas palabras. Familiero, papá de Ornella, Luana y Emma, asegura que junto a Celeste, su compañera de vida, son un pilar fundamental en en su carrera profesional.

Surgido de las inferiores de Vélez Sarfield, le tocó debutar en el Apertura de 1998, con la camiseta número 36. Entre idas y vueltas con el entrenador de ese entonces,  Eduardo Manera, tuvo que partir en búsqueda de nuevos horizontes y emigró al fútbol de Ecuador, en el Deportivo Aucas.

Tras su retorno a Argentina, sin lugar en El Fortín, el Lobo quedó libre y fue tentado desde la institución Canaria para sumarse a sus filas. Llegó a Flandria a mediados del 2001 y fue lanzado a la cancha por un tal Omar “Loco” Santorelli, que ya había tenido su época de gloria en el conjunto de Jáuregui con el título del 98.

Luego de un buen torneo, demostrado ya sus dotes de nueve goleador, el Lobo se va con Santorelli al Deportivo Morón, donde permaneció durante una temporada. A sus 25 años, tuvo la chance que todo jugador de fútbol desea, el de poder viajar al viejo continente a buscar una oportunidad, que si bien no fue de las mejores en su carrera, fue una de sus grandes experiencias como profesional.

Sus pergaminos de ídolo se los fue ganando con cada paso por el club, aunque uno de los mayores ítems lo estampó con su regreso al club en 2014, cuando el Canario cerró una magra campaña y descendía a la tercera categoría del fútbol argentino. El Lobo, quien venía de salir campeón con Nueva Chicago, resignó ofertas mucho más tentadoras desde lo económico y pegó la vuelta a Jáuregui, para devolver a Flandria a la B Metropolitana.

Como muchos de los ídolos populares que se meten en el corazón de la gente, rápidamente el Lobo se fue ganando a la hinchada de Flandria, que lo adoptó y lo llevó a las tribunas en forma de canciones: “Miren miren que locura, miren miren que emoción, es el Lobo Montenegro que vino a la villa para ser campeón”, sonaba en las estrofas de La 14, reconociendo a ese jugador que, de referente, se iba poniendo el traje de ídolo con los goles a San Telmo en la final para volver a la B Metro.

Entre los años dorados del Canario, iba a estar el histórico ascenso a la B Nacional por primera vez en su historia y del que el Lobo iba a participar con un rol protagónico en ese torneo. Es allí donde transitó dos temporadas recorriendo el país junto a Flandria. Estaba viviendo en un sueño. Si bien ya nada faltaba para caratular al Lobo como uno de los mayores ídolos de la institución, el reconocimiento iba a llegar en forma de estatua, que sería colocada en la sede de Avenida España.

Con su retiro, colgó los botines y lanzó un emprendimiento de reparación de motos, en las calles céntricas del pueblo. Poco iba a tardar la oferta de la institución de Jáuregui para que el Lobo se incorpore como entrenador de los pibes, oferta que supo aprovechar y lo tomó como un trampolín para el objetivo que él mismo se había propuesto, el de dirigir al primer equipo.

La oportunidad iba a llegar con la salida de Pancho Martínez y el Lobo sabía que era su momento. Sin dudarlo un segundo, se hizo cargo del equipo y los buenos resultados lo ratificaron en el cargo. El Lobo iba a tener una buena temporada en 2019-2020, hasta que la pandemia obligó a paralizar la actividad.

Ya en 2021, la primera ronda fue muy buena y las lesiones terminaron marginando un equipo que se encaminaba a pelar hasta el final por el campeonato. Sin embargo, en la segunda mitad del año logró plasmar una idea de juego y se consagró como el mejor equipo de la temporada, logrando el campeonato. En la definición ante Colegiales, luego del mal resultado en Munro, terminó logrando revertir el resultado en casa, en un partido épico, que quedará grabado en la memoria de todos los hinchas de Flandria.

Si bien los más grandes recuerdan a Rubén Bianchi y a Pedro Mansilla como grandes íconos de la historia de Flandria, con este ascenso el Lobo se ganó un lugar en el podio de las personalidades más importantes de la institución Canaria. Una persona que dejó su huella como jugador, se ganó a la gente por su humildad y se volvió leyenda con este ascenso a la Primera Nacional.

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