Sobre la calle Mariano Moreno pasa casi desapercibida la puerta de «El Atelier, casa cultural». Su reciente baño de amarillo ayuda a distinguirla aunque es difícil imaginarse el anfiteatro, la sala de yoga y las exposiciones que aguardan dentro.
En 2017 el artista plástico Walter Gonçalves tomó la posta con un grupo de teatro que había quedado sin espacio físico, puso su casa y para 2018 ya se había transformado en un espacio de encuentro y arte. «Nos empezamos a juntar acá para ensayar y fue surgiendo la idea», comenta Walter en el hall de la casa cultural donde expone sus pinturas.

Así nació la propuesta, desde el atelier del artista. El rincón de trabajo y la creatividad se fue expandiendo hasta tomar la casa por completo de la mano de nuevas expresiones como joya y más tarde talleres de formación. El actor Carlos Scapatura fue de los impulsores más importantes para poner a andar la maquinaria durante los momentos iniciales y actualmente continúa como profesor en el espacio.
En la actualidad ofrecen cursos de teatro físico que comenzarán en abril, los jueves de 15:00 a 17:00 a cargo de Víctor Flores; taller de actuación a cámara a cargo de Daniel Cardiello; taller de teatro para niños y taller de teatro para principiantes, ambos a cargo de Yanina Miritello; y yoga a cargo de Paola Palacios.
Por el espacio pasaron varias obras y se dictan talleres de teatro con diversas orientaciones y escuelas. El anfiteatro tiene capacidad para 30 personas y fue re construido por Walter en plena pandemia. Telones negros, falsas salidas, y una platea cercana al escenario generan un ámbito de complicidad e intimidad.

El aislamiento llegó, inesperadamente, y obligó a una pausa que sirvió para ordenar ideas y proyectarlas en el espacio. «Nos partió al medio, teníamos todo armado con ensayos y funciones y tuvimos que suspender. Recién ahora estamos empezando con los talleres con protocolos y grupos reducidos», lamentan con esperanza desde El Atelier.
Hoy, el espacio luce renovado y aguarda con ansiedad que vuelva el público y los y las estudiantes. «La idea es generar un espacio de intercambio entre artistas y la comunidad. El teatro y la pintura es lo que más se destaca. Nos interesa que puedan venir a exponer sus obras y que la gente pueda conocerlas en un ámbito tranquilo», concluye el anfitrión ansioso por abrir las puertas.