Desde 2015, cada 3 de junio, mujeres y diversidades salen a la calle a dar un grito poderoso. Cientos de miles de personas se encuentran para ser la voz de quienes ya no la tienen, víctimas de femicidio.
Con el cuerpo, la palabra, banderas y carteles evidencian que la violencia machista mata y no sólo cuando el corazón deja de latir. La violencia machista, lentamente, coarta libertades, participación política y social, la chance de inventar otros mundos, otras comunidades, otros vínculos.
Ante la falta de datos oficiales de femicidios en la Argentina, una de las estrategias de visibilidad que se dieron las organizaciones feministas y la sociedad civil fue la de elaborar registros estadísticos propios. La ONG La Casa del Encuentro, a través de su Observatorio Adriana Marisel Zambrano, fue la primera en construir datos de los femicidios en el país desde el 2009. Recién en 2015, y como respuesta al reclamo en más de 200 ciudades de todo el país por Ni Una Menos, hubo avances por parte del Estado.
Los femicidios fueron (y continúan siendo) la expresión máxima de la desigualdad en clave de géneros. El Observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven” monitorean casos a diario. Analía Morra, docente especialista en ESI Y TIC, asesora en diversidad y género, pasó por el programa Recalculando de Radio MINGA para analizar los datos del último informe sobre femicidos y transfemicidos.
“Nuestra principal y fundacional tarea, que empezamos a hacer aquel 3 de junio de 2015 es registrar los femicidios ocurridos en nuestro país, que es uno de los reclamos que estaba en el documento del primer NI UNA MENOS. Lo empezamos a hacer, y lo seguimos haciendo, monitoreando diariamente todas las publicaciones, artículos, noticias, que se publican en todos los medios de comunicación a los que podemos tener alcance, tanto los tradicionales como los autogestivos, los comunitarios, los nacionales y los locales”, sostuvo Analía.
De acuerdo al registro, en los últimos 8 años en la Argentina hubo 2257 femicidios, cifra anual que no ha sufrido variaciones significativas entre un año y otro desde el inicio del relevamiento en 2015.
Según el análisis que realiza el observatorio hasta el 25 de mayo de 2023, el 2019 fue el año con mayor cantidad de femicidios directos y vinculados. Sin embargo, las cifras que expresan los casos más extremos de la violencia machista se mantienen en niveles alarmantes y estables desde la primera movilización de Ni Una Menos hasta la fecha.
Entre el 3 de junio del 2015 y el 25 de mayo del 2023 hubo en promedio en Argentina de 1 femicidio cada 31 horas. En el caso del vínculo de la víctima con el agresor, en estos 8 años el 63% de los femicidios fue perpetrado por parejas o ex parejas de las víctimas. Esta variable se mantiene estable durante todos los años y nunca por debajo del 57%.
“El análisis tiene que ver con entender el femicidio como la expresión máxima de un escalón enorme e interminable de violencias de género. En ese contexto también entendemos que la mujer que es asesinada, y que en la mayoría de los casos es asesinada en su vivienda, y en manos de sus parejas o ex parejas, esa mujer ha sufrido situaciones de violencias permanentes. Ese ámbito tan violento en donde transcurre su vida muchas veces es compartido con sus hijos y muchas veces terminan siendo víctimas directas o indirectas de femicidio”, expresó Analía.
A lo largo de estos 8 años en Argentina, el informe muestra que en el 88% de los casos los femicidas resultaron ser familiares (hermanos, hijos, padres, entre otros) y conocidos (como vecinos y amigos). Además, el informe refleja que el 64% de los femicidios sucedieron en la vivienda de la víctima, la cual en muchos casos comparte con su agresor. En menor medida, el 25% de los hechos ocurrieron en la vía pública y el 4% en la vivienda del agresor.
Otra de las consecuencias más devastadoras de la violencia machista es la cantidad de casos en los que niñas, niños y niñes pierden a sus madres víctimas de femicidio. Entre 2015 y lo que va de 2023 este número asciende a 1.932.
En 2020, el observatorio incorporó a su Registro Nacional de Femicidios la variable de agresores que pertenecen a fuerzas de seguridad y militares. En estos cuatro años de relevamiento identificaron que 44 femicidas eran policías y 8 militares.
El informe sostiene que el hecho de que el agresor forme parte de una fuerza de seguridad implica un mayor factor de riesgo dado el fácil acceso de los agresores a las armas de fuego, forma utilizada en el 31% de los casos en el último año.
Asimismo, el registro contempla las categorías transfemicidios y travesticidios. “La violencia de género cometida por los varones hacia las distintas identidades demuestra cómo la violencia machista es un hecho que responde a causas de desigualdad entre las diversidades de género, delitos de odio hacia el género, y no como hechos privados inscriptos en la intimidad de la “familia” o reducido al ámbito de lo “doméstico” que respondía a cuestiones personales”, sostiene el informe. Particularmente, en 4 años de relevamiento se han registrado 29 transfemicidios y travesticidios.
La movilización masiva del Ni una menos en 2015 no sólo consiguió visibilizar a los femicidios como una problemática urgente a resolver, sino que puso en evidencia que la violencia machista es una deuda histórica de la sociedad hacia las mujeres e identidades feminizadas.
Sobre el informe, la referente a feminista explicó: “Lo podemos hacer porque a partir del Ni una menos empezaron a cubrir, incluso de manera más responsable, porque lo pusimos los feminismos en la agenda mediática este tema. Las cifras a las que vamos llegando son representativas de la realidad. De una realidad que pareciera no estar mostrando un camino hacia una solución posible. Hace ocho años que hacemos este trabajo y año a año nos encontramos con cifras muy similares. Los femicidios no han disminuido y no podemos decir que alguna de las políticas y medidas que se tomaron hayan resultado efectivas, lamentablemente. Después de ocho años, al grito de Ni una menos, seguimos sin resultados”.
Este 3J a las calles volverá el grito de ¡Ni una menos! ¡Paren de matarnos! y exigir más políticas públicas para la erradicación de las violencias machistas.